LA HORA DEL LOBO es la ópera prima de Javier Magano. Comparte título con una memorable película del sueco Ingmar Bergman, coincidencia no casual, más bien causal. Su protagonista, el pintor Johan Borg, dice en su diario: la hora del lobo es ese momento entre la noche y el amanecer, cuando la mayoría de la gente muere, cuando es más profundo el sueño y más reales las pesadillas, cuando los insomnes se ven acosados por sus mayores temores, cuando los demonios y los fantasmas son más poderosos... Anticipo que el lector va a sentirse muy exigido pero el fruto que obtendrá justificará sobradamente el esfuerzo de una lectura inusual. Javier Maganoes poeta no fácil aunque sí muy claro, eso tan difícil en poesía sin caer en la trivialidad. Este poeta emerge a la luz pública procedente del resplandor demoníaco (y, por tanto, angelical) de la literatua maldita, de la menos condescendiente. Amalgama en su poesía las diversas artes por las que ha navegado a la deriva, hijo sólo del viento y de las horas. El teatro, el cine, la novela, la poesía, la música... todo se volcará en sus poemas con o sin previo aviso y la palabra no siempre declarará sus referencias. ¿Por qué había de hacerlo?

Este poeta, como todo el que aspire a ser digno de tal nombre, se somete a la gozosa tortura de escribir para desconocerse (lo que,  por armonía entre contrarios, equivale a conocerse). Los poemas de este libro tienen mucho que ver con esa hora, la del lobo. Lo fatal como territorio de la ternura, la nocturnidad y sus enclaves de perversión como factor de luminosidad, la convención como impostura, la duda como dialéctica, la maldad como inocencia... la contradicción, en fin,  como moral. Porque no es aquí la noche imperio de las sombras o cofre de lo oscuro, sino cueva mágica donde los ojos del poeta se abren a la luz que les es negada a las miradas no comprometidas, a las miradas que nunca serán traspasadas por lo inefable.

El libro se inicia con un brevísimo poema a modo de prólogo que determina la prevalencia de la Belleza, concepto que será fundamental en todo el poemario. Es un poema llave, una síntesis del universo al que precede. Luego, el corpus del poemario dividido en tres partes: La cabeza de Medusa, Atavíos del crepúsculo y Sin perdón. Para terminar de modo exquisito y perdurable con un exento poema prestado: El resto es silencio, ese cósmico aserto que Shakespeare pone en boca del príncipe Hamlet.

Javier Magano no oculta su predilección por el lado oscuro de las artes, los poetas malditos, las contravidas o vidas a la contra, la flor brotando en las ciénagas. Pero al mismo tiempo se abraza a la palabra exquisita, al verso ortodoxamente modulado, a Garcilaso y su divino equilibrio, a los clásicos que perviven fuera del tiempo. Desgrana en su poesía una conceptualidad heterodoxa servida de una métrica perfecta, utilizando con eficacia el hipérbaton para la cadencia versicular. Las palabras ocupan en sus versos un lugar tan propio que moverlas comportaría la ruina del poema. Su verbalidad es sumamente original, ígnea, viva y requiere lectores ávidos y no acomodados a lo usual.

Poemas como delirium cordia, una oscura y brillante iluminación desvelando los miedos infantiles, que son en realidad los miedos del hombre; o Narciso, de naturaleza tan breve y a un tiempo tan desmesurada que podría grabarse sobre el mármol de una sepultura como síntesis de una odisea, verbalización difícilmente superable del frío resplandor de los propios ojos que nos miran desde el agua o la destrucción como enigma del amor.

El gran Friedrich Nietzsche nos dejó dicho en un aforismo incontestable que todo lo que es profundo ama la máscara. Es cierto: la realidad se reconoce en la ficción y la canción habita en el silencio. Todo oxímoron transita por LA HORA DEL LOBO: claridad en lo opaco, expresividad en lo indefinido, belleza sin otra fe que el nombre que la asiste. Este libro compite en igualdad con muchos de los mejores poemarios que haya leído en mucho tiempo. Ediciones Vitruvio se anota un verdadero triunfo con su publicación. Puede estar seguro el editor de que añade a su nómina un nombre llamado a figurar en el listado de nuestra mejor literatura por venir.

No me cabe duda de que quienes amen de verdad a la poesía harán sitio entre sus libros de cabecera a LA HORA DEL LOBO. Se sentirán muy bien remunerados.

 

Madrid, 3 de octubre de 2013

 

 

Pablo Jiménez