BARBA AZUL

Barba Azul, cuento de tradición oral recopilado por Charles Perrault en 1697 e inspirado en Gilles de Rais —noble de Francia al servicio de Juana de Arco y uno de los psicópatas mayores de la Historia—, parece tener su origen en una leyenda bretona del siglo XV. En ella descubrimos cómo el sádico caballero, víctima de un ardid, vende su alma al diablo, que había tomado la apariencia de una mujer para seducirlo. Debido a eso, y como señal de condena, su barba se vuelve azul. Desde ese momento será conocido por su sobrenombre: el mariscal del infierno.
La narración de Perrault, en cambio, presenta la historia de un hombre rico al que las mujeres rechazan. Tras varias tentativas, la hija menor de una familia de nobles acepta la proposición de matrimonio y, celebrado el enlace, se traslada a su lujosa propiedad. Barba Azul, que debe partir por un asunto de negocios, decide confiarle un juego de llaves, haciéndole saber que, durante su ausencia, tendrá acceso a cualquier parte del castillo,  salvo una cámara situada al final de una oscura galería, pues en ella guarda un secreto inconfesable.
Una variación contemporánea de este cuento la hallamos en la novela homónima de Amelie Nothom, que sitúa la historia en el París actual, caracterizada por sus habituales dosis de imaginación y cinismo; o en La cámara sangrienta de Ángela Carter, cuya narración hace especial hincapié en aquellos aspectos que cuestionan los roles fijados por el orden patriarcal; o en la obra de teatro Gilles de Raiz, del poeta Vicente Huidobro; o en el espléndido ensayo de G. Steiner: En el castillo de Barba Azul; o en el Barba Azul de Kurt Vonnegut, aguda sátira centrada en la vida del pintor R. Karabekian. También Chaplin concibió, partiendo del caso real del llamado Barba Azul francés, H. D. Landru, la película Monsieur Verdoux. Pero quizá sea en el estudio filosófico de G. Bataille, El verdadero Barba Azul, donde intuimos su sentido más profundo: «Hay en cada hombre un animal encerrado en una prisión, como un esclavo; hay una puerta: si la abrimos el animal se escapa como el esclavo que encuentra una salida; entonces el hombre muere temporalmente y la bestia se conduce como una bestia».