El sueño de una visión

 

En una escena inolvidable de Remando al viento, película que Gonzalo Suárez concibió a propósito del mito de Frankenstein, de las veladas literarias que tuvieron lugar, durante aquel extraño verano de 1816, en Villa Diodati (de la incidencia que esas jornadas tendrían en la vida de sus protagonistas: Byron, P.B. Shelley, Mary Shelley, J. W. Polidori, Claire Clairmont); la narración sitúa al espectador frente a un instante decisivo, fruto del carácter siniestro e insidioso de la fantasía, de su faceta, sin duda, aterradora. Me refiero al momento en que Mary Shelley, después de asistir a la incineración de los restos de Percy, se dirige a Byron para confesarle, afligida, que ha visto en sueños morir a cada uno de ellos. Que la criatura de su imaginación, alimentada por su miedo y orgullo desmedidos, es responsable de tanta fatalidad; que, en definitiva, ella es la causante del conjunto de esas muertes. La respuesta del poeta no se hace esperar: «Si has tenido fuerza para escribir nuestro destino, ten ahora fuerza para aceptarlo.» Aceptar el destino, por tanto, es aceptar la muerte ─la vida─ bajo la apariencia del sueño y transformarlo en arte.

 

El propio Byron, soñador impenitente, había vislumbrado ya esa relación onírica entre vida, muerte y destino. En su conocido poema La tumba de Churchill, escribe: «¿Y eso es todo? Pensé, ¿y nosotros rasgamos el velo de la inmortalidad e imploramos no sé qué del honor y del entendimiento a través de edades no nacidas, para soportar este infortunio tan pronto y tan sin provecho? Mientras hablaba, el arquitecto de todo sobre lo que hollábamos, pues la tierra no es sino una lápida, trataba de desencadenar recuerdos de la arcilla, cuyas confusiones equivocarían un pensamiento de Newton, si no fuera porque toda la vida tiene que acabar en una, de la que no somos sino soñadores.» La literatura, ya se sabe, conforma el escenario en que esa vida se representa. La fascinación que ejerce, las imágenes que convoca, son, para nuestro asombro, el sueño de esa visión.