JOAQUIN PHOENIX

Cuando reflexionamos acerca de nuestra vida, de la clase de sociedad que hemos construido, del mundo que nos rodea —del que somos juez y parte—, de aquello en lo que nos reconocemos, como extensión de nuestra feliz o infeliz naturaleza, no siempre vislumbramos el grado de responsabilidad que, como miembros de una comunidad: la humana, recae en cada uno de nosotros. DE TODOS NOSOTROS.
Joker, cuya tesis la sitúa en favor de los excluidos, nos habla de aislamiento, de crueldad, de la incomprensión de un mundo que produce, sin atisbo de inocencia, profundas desigualdades económicas y fagocita a los seres humanos con idéntica indiferencia.
La fuerza estética de sus imágenes, la ferocidad de su puesta en escena, el ritmo narrativo absolutamente claustrofóbico y desesperanzado, junto a la interpretación descomunal de Joaquin Phoenix, perturba a la vez que conmueve una parte de nuestra conciencia más sensible.
Joker es, principalmente, un descenso, pero no al infierno —que también—, sino al abismo de la indefensión: la de Arthur Fleck. Uno no puede dejar de empatizar con este personaje demasiado herido, demasiado vulnerable, demasiado maltratado por sus congéneres y, sobre todo, por quienes debían haberlo protegido de una infancia trágica de la que son cómplices.
La ausencia de empatía, de compasión, hace de él una víctima propiciatoria del sistema, donde la profundidad del daño recibido se manifiesta, paradójicamente, a través de una risa compulsiva ¿Cabe mayor ejemplo de ironía trágica?
Su dolor es de tal envergadura que parece milagroso que su existencia no haya acabado en un acto suicida.
Desde luego, nadie puede compartir sus actos, ni la radicalidad de su respuesta, pero sí podemos comprender qué razones han ido conformando el perfil de "la bestia", ese asesino despiadado al que llamamos psicópata.
Hay en la película una reflexión sobre el origen del mal, una elucidación de la locura tendida siempre sobre el espejo de lo humano, una meditación terrible y desalentadora que transita por el peligroso filo de la muerte. La risa es máscara y es, al mismo tiempo, expresión de un dolor profundo. La humanidad y la monstruosidad está en nosotros.
Este Joker estremece de principio a fin.