MARCOS ANA (1920-2016)

Recuerdo tu profundidad humana y, pese a esa exhuberante vitalidad que te acompañaba, un vago sentimiento de tristeza en tus ojos.

En esos breves instantes de conversación, dictados, sin duda, por tu generoso afecto, logré trasladarte (necesitaba compartirlo contigo) que mi abuela, Julia Magano, había sido represaliada por el régimen franquista. "Estuvo te dije en la cárcel de Ventas aguardando su ejecución. Después del juicio sumarísimo, la pena le fue conmutada, ya que no pudieron demostrar con hechos probados las acusaciones de que fue objeto". Tú, paciente, me escuchaste deslizando palabras llenas de fraternidad y solidaria lucidez.

Luego, claro, te pedí que me dedicaras un ejemplar tuyo de Decidme cómo es un árbolSu lectura fue para mí un ejemplo de compromiso ético y coraje, pero, sobre todo, lograba resarcir con tu testimonio la historia personal de muchos otros que no llegaron a vivir para contarlo, pues habían sido asesinados. Una parte de la memoria colectiva de quienes perdieron, perdimos la guerra, se recuperaba dolorosamente en cada una de las páginas del libro y en tus palabras yo encontraba el aliento de una íntima emoción. "La recuperación de la memoria histórica decías no es para pedir responsabilidades personales contraídas en el pasado, sino para situar la Historia en su lugar, arrancar del olvido a nuestras víctimas y cancelar de una vez los procesos y condenas incoados por un régimen ilegal, impuesto por las armas frente a la legalidad republicana.

Ahora que nada escuchas, amigo, y permaneces mudo en esa "noche eterna de los tiempos" que a todos nos aguarda, quiero que sepas que seguiremos luchando, como tú lo hiciste, para defender la libertad.

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