Deducida materia

     DEDUCIDA MATERIA                     Beturia Ediciones
DEDUCIDA MATERIA Beturia Ediciones

Deducida materia, del poeta extremeño Pablo Jiménez, se sitúa dentro de una trayectoria creadora cuya producción toma como modelo paradigmático el descrédito, la negación con voluntad afirmadora, el cuestionamiento como inercia identitaria sujeta siempre a un devenir especulativo. Lo deducible, si afirmado, cobra valor a partir del instante en que se funda; instante puesto en fuga, acto mismo de nombrarse figurado en el lenguaje que es, al tiempo, simulacro y artificio volcado en el presente. Un presente que avoraza la memoria de que se nutre con valor pretérito; el pasado como afirmación de la memoria en acto del presente: circularidad, retorno de sí, retorno hacia sí: Nadie/ Nada, pues no supone sino un simulacro de retorno: (...) ¿Retorno?/ ¿Retorno a qué y de qué? Nadie es el nombre/ que tu mismo te diste./ Nominación, término que es, a la vez, punto de partida, itinerario recurrente que aventura el espejismo, alfaguara que transcurre detenida en el decurso ahondado de sus aguas: latencia, en fin, de ese pozo-identidad en que figura y donde lo litario- como sostiene el autor- sería suicidarse. Así la memoria: territorio del ensueño, ensueño ella misma: despoblación. Rostros del pasado tan ajenos al recuerdo, tan extrañados, que regresan con la atroz severidad de quien se sabe concernido a dar respuesta del propio y evocado vínculo. Atisbos de apariencia insospechada, fantasmagorías en una lenta y muda sucesión de alumbramientos que acontecen como quien presume inminencias de un paisaje clausurado:  Qué deshabitación/ el ámbito que arropa la memoria,/ aquellas voces que tragó el silencio/ qué tercas en su olvido,/ cuánto humo aventado, qué diluída música/ Una urgencia, entonces, configura el espacio preterido, anuda el tacto a la palabra, late en su interior develamiento, no todo deviene transparencia especulada de artificio. Arde y acompasa y acrecienta el pulso y se extasía y se duele y pide más: es el amor, al fin, quien en sí reúne, como de un metal acrisolado, la sola incandescencia que fulgura en sus versos: De ti me duelo sobre todo, amor./ Falaz conmigo fuiste, como todos. Ave/ del paraíso te soñé  y tus alas/ fueron región para mis avatares/ (...) Amor, perdido amor, duéleme siempre"./  Amor que el desamor engendra, pues de su ausencia, testifica, acrecentado, el desamor que le concede, como del tiempo la oquedad de la memoria, su trasunto. 

 

Materia deducida de una geografía vital itinerante. De un poema a otro esa materia deviene objeto mismo del acto creador, vertebra la fábula increada, se traiciona, se confía al azaroso lance de un tiempo que transcurre y es, al cabo, transcurrido; mujermadrevulva de unas aguas ancestrales, ángel celador de la inocencia, ojo medular de la memoria en el destiempo, aquel cuya mirada interroga: Nada, Nadie. 

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Comentarios: 2
  • #1

    José Iglesias (miércoles, 06 noviembre 2013 22:00)

    Inmenso el libro y bien captada su intensidad por Javier Magano. Ojalá sigan los dos dándonos estos pellizcos hondos en la emoción, el pensamiento y la memoria. Que nos nos falte nunca una palabra fresca en su hondura, como un buen agua que fluye interminable.

  • #2

    Emilia Oliva (domingo, 10 noviembre 2013 20:36)

    Materia doliente, los hermosos poemas de Pablo Jimenez. Verbo cierto, la traducción de los hilos conductores que realizas. Gracias a ambos.