Aleixandre: "La destrucción o el amor"

 

Comunión, comunicación, conocimiento. Tres aspectos que comprometen y delimitan la obra poética de Vicente Aleixandre (Sevilla, 1898-Madrid, 1984). En su camino hacia ese conocimiento sensitivo, suprasensorial, de fusión amorosa con la Naturaleza, el poeta desata su pasión e integra, en íntima unidad con la vivencia de lo escrito, una de las voces más deslumbradoras y singulares de nuestra lírica.

 

La destrucción o el amor, que obtuvo el Premio Nacional de Literatura en 1933 el jurado estaba compuesto por Manuel Machado, Gerardo Diego y Dámaso Alonso, supone la obra de plenitud y madurez del poeta, y una de las obras cumbre de lo que ha dado en llamarse surrealismo romántico, donde la muerte es realización del amor y anhelo panteísta; suerte de penetración y aniquilación en las formas plurales de la vida.

 

La aspiración totalizadora y de fusión cósmica panteísta tiene su correlato en la sensualidad material, el erotismo de las imágenes y en el fondo elegíaco que acompaña el anhelo del poeta. La muerte aparece así como una categoría de disolución de los límites en los que el yo se representa y reconoce, por una parte; y por otra, es la condición misma del acto amoroso, por cuanto éste tiende a la fusión con el Todo que lo trasciende: «Quiero amor o la muerte, quiero morir del todo, /quiero ser tú, tu sangre, esa lava rugiente/ que regando encerrada bellos miembros extremos/ siente así los hermosos límites de la vida».

 

Irradiación sensorial, sensualidad corpórea, fulguración totalizadora, onirismo. Las imágenes se suceden e inquieren, desde la fundamentación humana de su desgarro, la respuesta de un destino que afirme la verdad de ese Amor sobre el mundo y la vida. «Soy el destino que convoca a todos los que aman, / mar único al que vendrán todos los radios amantes/ que buscan a su centro, rizados por el círculo/ que gira como la rosa rumorosa y total».